viernes, 16 de marzo de 2007

La casa del zorro

Una de las cosas más curiosas de la bici de montaña es la facilidad con la que uno se sale del camino y comienza a descubrir las cosas que normalmente no se ven desde la cómoda vía. Casi sin darte cuenta un mundo diferente muestra su rostro amable al viajero desconocido. Piedras sueltas, sendas viradas, bancales inaccesibles, barrancas y rampas entre pinos anuncian nuevos hitos por descubrir, lugares y senderos a los que pones nombre. Con el respeto implícito en el silencio del pedal y pidiendo disculpas por las piedras vueltas y la poda involuntaria de algunas ramas, la naturaleza amable desvela sus secretos sin ver turbado el sueño de su olvido. Esta tarde ha sido con Angel y con el patito de nuevo y otra vez en La Felipa. Hemos dado el nombre de casa del zorro a las ruinas de las fotos porque en verano vimos el cadáver de un cachorrete de zorro que no pudo superar el hambre, o que resultó envenenado por algún cebo miserable. Desde entonces y para siempre será la casa del zorro, que visitamos de vez en cuando, con la condición de que nos salgamos del camino...

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